martes, 12 de enero de 2010

EL DON DE LA FANTASÍA



El día que nací apareció por la ventana un hombrecillo raro.
Era una nube con unas cuantas bolitas blancas. Unos ojitos negros como de comic y una mini boquilla; decía que venía del País de la Fantasía y era mago. Me dio el don de la fantasía y me dijo que me sería muy útil en la vida, pero no es que me fuera muy bien.

En el colegio me entretenía mucho porque no atendía sino que me dedicaba a inventar pequeñas historias en mi cabeza. En la calle no miraba por donde iba, sólo fantaseaba, hasta en sueños por la noche y nunca prestaba atención a mi alrededor.

Una mañana, desayunando, de repente cai en otro sitio: un lugar raro, fantasioso, imaginario, paranormal y a la vez precioso. Muchos de los hombres eran como aquel que vino cuando nací, sus casas eran como dibujos de comic y todo era dibujos, unos mejores, otros peores.

Cada cinco minutos aparecía algo allí y nada tenía sentido. Un hombrecillo me dijo:

-Hola, ¿me reconoces?
-¿Yo?
-Sí, tú.
-Pues la verdad es que no.
-Ya decía yo que eras muy pequeña cuando me viste.
-¿Tú no serás el hombrecillo que me dio el don de la fantasía?
-El mismo.
-Y ¿dónde estoy?
-En el país de la fantasía.

De golpe apareció detrás de mí un perro de, por lo menos, dos metros de altura.
-¡Guau, guau!
-¡Ahh!
-Tranquila, es un dibujo. No hace nada.
-¿Cómo es que está aquí? Antes no estaba.
-En este lugar aparecen todos los dibujos que hacen los niños.
-Y ¿aquí están todos mis dibujos?
-Todos y cada uno.
-¿Me los enseñas?

Tenía ganas de recordar. Dio un chasquido con sus dedos y aparecimos delante de una casa que ponía en la puerta:



DIBUJOS Y FANTASÍAS DE MÓNICA



Entramos y allí estaban todos mis dibujos: casas, muñecas, perros, gatos...

-Guau. No sabía que tenía todo esto.
-Je je je, se rió el hombrecillo.

Miré por la ventana y vi una gran montaña de casas.

-¿Qué es eso?
-La montaña de las fantasías malignas.
-No lo entiendo.
-Allí van todos los dibujos o fantasías terroríficos: vampiros, dinosaurios...
-No quiero ir allí.
-Tranquila, no lo haremos.

Otra vez me daba vueltas la cabeza y vi cómo todo iba desapareciendo.

-Ayúdame, le dije al hombrecillo.
-No puedo.
-Haz algo.
-Adiós.



Vi que me hallaba en el hospital y le pregunté a mi madre:
-¿Qué ha pasado?
-Te has desmayado.



Mónica, 6º B

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está muy divertido

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