domingo, 13 de diciembre de 2009

PEDRO EL PERFECTO

PEDRO EL PERFECTO

Era una noche tormentosa, puede que incluso por mi propia presencia.

Descendía del monte Olimpo. Estaba harta de que me evitasen a mí, la diosa Éride. Por ejemplo cuando no me invitaron a la boda de Peleo y Tetis.

Iba a ofrecer un don al primer niño que naciese el 2 de enero de 1999.

En cuanto pude entré y me posé junto al niño seleccionado. Le di el don de la absoluta perfección.

Por fin empezaron a hablarme, debido a que en los ocho primeros años de la vida del mortal llamado Pedro no podía irle mejor: tenía amigos, tiempo libre y sus notas eran las máximas.

Pero más adelante empezó a perder a sus amigos. Muchos le detestaban debido a su perfección. Por ejemplo, perdió a su amigo de la infancia porque se hartó de que lo comparasen con Pedro, así que se fue a otro colegio.

Aún le fue peor a Pedro: no le quedó ningún amigo y tampoco hacía ninguno nuevo. Vivió una infancia solitaria.

A los veinte años, Pedro decidió que debía cambiar. Un día subió al monte Olimpo para rogarme que le quitase el don.

Al final Pedro hizo algunos amigos en la universidad y, aunque ya no sacaba tan buenas notas, no era tan perfeccionista y continuó su vida como alguien normal.

Y así aprendí a no meterme en los asuntos de los mortales.

Moraleja: la perfección no siempre es buena.

ALEJANDRO ALONSO MEMBRILLA, 6º B

2 comentarios:

Sole dijo...

Está muy chuli.

Profe Aurora dijo...

Me gusta este texto.

Publicar un comentario